Donald Trump cumplió con su citatorio este martes en Miami. En una jornada histórica se presentó ante el juez federal John Goodman en el palacio de justicia del centro de la ciudad. Escuchó con los brazos cruzados sobre la mesa los 37 cargos de los que se le acusa por su gestión de los papeles de Mar-a-Lago.
En torno a las 15:05, se declaró a través de su abogado inocente (”not guilty”, no culpable en la jerga procesal estadounidense) de los siete delitos federales que se le imputan y que, aunque es altamente improbable, podrían llegar a sumar penas de hasta 400 años. Es el primer presidente estadounidense, en activo o retirado, que es acusado por un delito federal y la segunda vez en unos pocos meses que su presencia es requerida ante la justicia.
Jaleado por decenas de sus simpatizantes que habían apostado a que haría su entrada por la puerta sur, Trump ingresó en un garaje subterráneo, desde donde subió a la decimotercera planta. Allí lo esperaba el juez, que había denegado el día anterior el permiso de grabar o tomar fotografías del proceso.
Un gran jurado deberá decidir ahora si es culpable de retener intencionadamente información sensible para la defensa nacional, de guardarse y ocultar papeles confidenciales a los investigadores federales y de falsedad, así como de conspiración para obstruir a la justicia con uno de sus empleados, Walt Nauta, que también estaba citado este martes y fue detenido poco después que el jefe.
Ante el juez, Nauta pidió y obtuvo un aplazamiento de dos semanas antes de declararse culpable o no. Goodman les impuso la prohibición de hablar entre ellos si no es con la mediación de un abogado. Parece difícil: Nauta es tal vez el asistente más leal de Trump y uno de sus más estrechos colaboradores. Además de eso, el magnate se fue sin más medidas cautelares.
Parece claro que los letrados del expresidente tratarán de entorpecer el proceso alegando que desclasificó los documentos antes de dejar la Casa Blanca, o que algunas de las pruebas aportadas en un duro y pormenorizado pliego de cargos de 49 páginas hecho público el pasado viernes violan la protección del secreto entre la relación abogado-cliente.
En ese documento se detallan, a partir de interrogatorios, conversaciones transcritas, mensajes entre empleados o grabaciones de seguridad, la vida en Mar-a-Lago y las idas y venidas de un centenar de cajas con unos 13.000 documentos, 300 de ellos clasificados, que se llevó Trump de la Casa Blanca, pese a que pertenecen por ley a los Archivos Nacionales. Estuvieron en su residencia en Palm Beach hasta el registro efectuado por el FBI el 8 de agosto de 2022, después de que el expresidente se negara repetidamente a devolverlas a las autoridades.
Fuentes: El País